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Los Silicatos

Decir que la llegada de la humanidad al Cúmulo de Centauri no fue fácil es quedarse corto en proporciones dramáticas. Nos enfrentamos a retos desconocidos y a enemigos letales repartidos entre miles de planetas de cientos de sistemas. Con todo en contra de manera aplastante, la humanidad se centró en la supervivencia.

Por suerte, aquellos de nuestros antepasados que llegaron a Centauri eran expertos en esa disciplina. Después de recorrer miles de años luz durante generaciones a bordo de las naves Arca, huyendo de una Tierra moribunda, no estaban dispuestos a rendirse en ninguna contienda.

En Centauri, nos encontramos con entornos hostiles e inhabitables o con regiones controladas por criaturas que no tenían intención de compartir su espacio vital con los humanos. Se pudo identificar a muchos de estos "alienígenas" como parientes lejanos de animales terrestres que habían evolucionado para adaptarse a su nuevo hábitat. Otros eran seres diseñados genéticamente para prosperar en las condiciones más extremas; monstruos parecidos a los horrores que se arrastran por los oscuros rincones de nuestras peores pesadillas en el criosueño.

Sin embargo, la mayor amenaza para nuestra supervivencia eran, y siempre serán, los propios Celestials. Estos seres ancestrales, descendientes de los primeros colonos de la Tierra que llegaron a Centauri, se han despojado de sus últimos vestigios de humanidad y han evolucionado hasta convertirse en algo irreconocible y aterrador. Sus avances tecnológicos eclipsan indiscutiblemente los nuestros, por lo que somos totalmente vulnerables y estamos a su merced.

Esa vulnerabilidad dio pie a los Itinerantes, exploradores heroicos que se atreven a erigirse en paladines de la humanidad en todo el Cúmulo. En sus viajes a estrellas lejanas, buscan reliquias y restos de civilizaciones perdidas de Celestials para usarlos en nuestra interminable lucha por la supervivencia. Pero encontraron algo más... Algo que ni siquiera los Celestials habían descubierto: los silicatos.

Nadie sabe con certeza qué cultura ancestral dio origen a los silicatos. Su auténtico origen sigue siendo un misterio. No sabemos si los creó una civilización olvidada hace mucho tiempo o si son una forma de vida alienígena que evolucionó por su cuenta en Centauri..., o quizá en otro lugar.

Para los Celestials, los "huevos" de silicato parecen simples cristales o gemas; de cierta rareza, pero sin poder ni significado. Solo al contacto con un ser humano se despierta el vínculo simbiótico que permite al silicato "eclosionar" y fusionarse con la carne humana. Para la mayoría, esa fusión es mortal. Pero, para unos pocos, es verdaderamente trascendental. Una vez que un humano se une a un silicato, sufre una transformación radical... y permanente. Como se suele decir, lo que no te mata te hace más fuerte.

La unión simbiótica de humanos y silicatos crea un nuevo ser conocido como un daimón. La piel del individuo cambia; se vuelve translúcida, pero prácticamente impenetrable. Sus músculos evolucionan y les confieren una velocidad, una fuerza y otras capacidades físicas increíbles. Se convierten en algo grande, algo a lo que temen incluso los Celestials.

Los silicatos son la ventaja de la humanidad. Los daimones no necesitan armas: son armas. Son quienes dan a la humanidad una oportunidad de luchar contra los Celestials al igualar el campo de juego. Dado que los silicatos solo se vinculan con humanos, hay quienes ven en ellos un aspecto religioso. Creen que la coexistencia entre humanos y silicatos era un designio, que estaba predestinada y que es obra de algún poder superior. Otros lo ven sencillamente como un golpe de suerte para la humanidad, una casualidad de la fortuna que compensa las penurias que hemos tenido que soportar.

Sin embargo, los silicatos también tienen sus inconvenientes. Los daimones son propensos a tener ideas e impulsos intrusivos y violentos. Según algunas teorías, los silicatos "hablan" a los anfitriones mediante esas reflexiones oscuras, influyendo y cambiando su comportamiento para adaptarlo a sus oscuros propósitos. Otros creen que los silicatos no hacen sino abrir a los daimones una puerta a la oscuridad primigenia que todo ser humano tiene dentro, enterrada bajo una capa de civilización y civismo.

Sean cuales sean las reservas que la humanidad pueda tener en cuanto a los silicatos y los daimones, la verdad es esta: los Celestials los temen mucho más que nosotros. Solo por eso, el valor que tienen para nuestra causa queda patente.

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