DILATACIÓN DEL TIEMPO
En su huida de una Tierra moribunda en las naves Arca en el siglo XXIII, el viaje emocional de nuestros antepasados es un testimonio de la resistencia del espíritu humano. Al viajar casi a la velocidad de la luz en busca de nuevos mundos en los que asentarse, el tiempo se ralentizó en extremo; no solo viajábamos por el espacio, sino que además corríamos hacia el futuro.
Cuando nuestros antepasados cruzaron miles de años luz, incontables naves desaparecieron en el abismo, engullidas por el vasto vacío del espacio. Pero unos pocos afortunados (o quizá todo lo contario) llegaron al Cúmulo de CENTAURI, donde había cientos de mundos habitables, y enviaron la «señal verde», un mensaje que llamaba a toda la humanidad para que se uniera a ellos. Las demás naves Arca hicieron caso al mensaje.
Cuando viajamos casi a la velocidad de la luz, las consecuencias de la dilatación del tiempo se cobraron un precio. Aunque el viaje a Centauri solo duró unas décadas para quienes iban a bordo de las naves Arca, para quienes enviaron la señal verde habían pasado decenas de miles de años. Durante ese tiempo, esos primeros viajeros establecieron imperios y evolucionaron para dar origen a especies tan variadas como lo son las estrellas del firmamento. Apenas eran ya reconocibles como humanos. Ahora solo los conocemos como... CELESTIALS.
Estos Celestials hiperavanzados no solo nos consideraban primitivos cuando por fin llegamos a Centauri, sino que nos relegaron a mundos marginales: aislados, condenados al ostracismo y controlados por nuestros antepasados evolucionados. Solo tenemos una esperanza: Los ITINERANTES: valientes exploradores que viajan por las estrellas, descubriendo tecnologías antiguas y poderosas en mundos muertos de civilizaciones Celestials extinguidas.
En la vida del Itinerante, el tiempo se convierte en un enemigo, una fuerza que no se puede ver y de la que no se puede huir, un concepto distorsionado por las velocidades ininteligibles a las que atraviesa el espacio. Lo que te pueden parecer horas o días pueden equivaler al paso de años, o incluso a décadas, para quienes estás dejando atrás. En cada Éxodo, te enfrentas no solo a los peligros que te aguardan en este universo, sino también a la carga emocional que tu ausencia supone para tus seres queridos. Cada decisión que tomas mientras viajas en misiones interestelares se ve magnificada por la realidad de la dilatación del tiempo, y el coste y las consecuencias las paga a menudo toda tu civilización... y los amigos y familiares que dejaste atrás.
En el centro de cada misión Éxodo se encuentran Los Senderos, una red de transporte interestelar a la que solo se puede acceder a través de las Puertas del Cielo. Las Puertas del Cielo, unos artefactos gigantescos que construyeron y conservan unos seres misteriosos e hiperavanzados llamados los Elohim, son una maravilla tecnológica que permite explorar mundos que no están al alcance de las naves espaciales convencionales.
Sin embargo, a pesar del peligro y del inmenso coste de tus viajes, el sentido del propósito los impulsa a tus compañeros y a ti a adentrarse más en lo desconocido. Los artefactos Celestials que buscas albergan el poder tanto para crear como para destruir. Descubrir uno solo de ellos podría cambiar por completo el curso de toda una civilización. Con el paso de los milenios, observarás los inmensos efectos que tus decisiones tendrán sobre tus descendientes, tu mundo y la humanidad en su conjunto.
Es el precio que debes pagar por ser Itinerante.
EL CREDO DEL ITINERANTE
Navegamos muy próximos a la velocidad de la luz, por lo que el tiempo se mueve de manera distinta.
Cada día que pasa, para los que dejamos atrás pasan años.
Nuestro servicio, nuestro sacrificio, descubre mundos, siembra esperanza, quiebra imperios.
Somos los Itinerantes.